Los Cenotafios de los posos petroleros

Publicado: 29 abril, 2015 en Historias
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Cenotafio de Newton

     En las fosas que yacen muy por a veces en los chorros de agua expelidos por el Sol, se puede ver una hoja de papel muy, pero muy de corta densidad en la cual reposa un palo de alambre de cuero, que explica las teoría conspirativas de los diapasones con los que se afinan las tablas de planchar inalámbricas, gracias a ello los pingüinos del polo sur que suelen usar lentes oscuros para protegerse de la noche (obviamente), han podido pactar años atrás, antes de que la historia fuera chispas dulces de colores, con el andino de las islas: Carlos Pérez, que en su momento tramaría el perfecto plan de rosas para que el país Frioliente pudiera bajar su temperatura y ser breve, con el hielo proporcionado por sus enemigos de alas cortas y semejanza a Roland Carreño, a costa de un tubo que les permitiera viajar de polo a polo, hecho por la siderúrgica: Nestle.

Gracias a las perforaciones realizadas en los techos de litio líquido ubicados por debajo de la mesa de todos los citadinos, se descubrió que el «cerdo punta-diamante» talla con su nariz perfilada, una habladuría, que va a parar a todos los cenotafios de los ahora vivos posos de todo aquello que fue verde, azul, rojo, morado, amarillo, rosado, magenta, verde otra vez, marrón, morado otra vez, blanco, rosado otra vez; lo cual ha llevado a los científicos que siguen el método de Aleister Crowley de desarrollo intrasónico, a deducir que el agua moja. No conforme con ello, todos y cada uno de los árboles Jellystone representan una grave amenaza para los elefantes de la NASA a los cuales no les da miedo los ratones.

Si se tomara en cuenta que las escaleras que van en dirección diagonal a los pintores de brocha gorda, suelen tener uñas que rascan las espaldas de los lémures ciegos, quizá habría una menor proporción de posos que se van muy lejos a la vuelta de la esquina, a llenarse todos de empacadoras al vacío, que fueron elaboradas en Machurucuto como parte de pago a los mártires de las pesas medidoras. Es un fenómeno que inclusive puede resultar relajente, pues todos se ponen a llorar cuando ven que los sacapuntas manuales, se reproducen y tienen tomates fuertes y brillantes.

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