El Reloj

Publicado: 16 enero, 2016 en Historias
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Reloj Dali           Todos tenemos un aparato genial y querido, del cual nos sentimos orgullosos. Lo protegemos, lo mimamos, lo limpiamos de manera muy minuciosa y detallada, no lo prestamos, no lo venderíamos ni por todo el dinero del mundo y mucho menos lo intercambiaríamos. En mi caso, yo no podía ser la excepción y se trata pues de mi querido, amado y adorado reloj.

Mi reloj es bastante especial, no cualquiera podía poseerlo, pues tenías que haber nacido para él y además, él aceptarte como dueño. En cuanto a sus características técnicas, es un gran artilugio, puede darte el tiempo exacto, expresado en horas, minutos, segundos, décimas, centésimas y milésimas; de cualquier lugar que tú le pidas, no utiliza baterías, sólo necesita cualquier materia orgánica para funcionar, es muy poco denso y no estorba en los bolsillos, pues está hecho de sopa y por último, pero no lo menos importante, puede venir hacia donde yo esté, si así yo lo deseo.

No obstante, aunque muy útil y rico en cualidades, mi amigo reloj tiene un difícil carácter con el cual lidiar, es terco, demasiado terco y a veces me refuta lo que le digo, se auto flagela y entonces tengo que conseguir sus repuestos (Que son extremadamente costosos) y a veces, simplemente le da por perderse… ¿Y a dónde suele perderse el señorito? ¡Pues en las montañas!

Yo vivo en una ciudad de muchas montañas ¿Saben lo difícil que es encontrarlo? Además, sólo se reconoce a cinco centímetros de distancia, pues es escurridizo y se puede camuflar, es terrible, es tremendamente terrible y lo peor de la historia, es que ¡Se me desapareció recientemente! ¡Aaaaaaaah! Y se me ha olvidado que era lo que había que hacer para que él volviera hacia mí ¡Joder! ¡Por favor, si alguien lo ve, devuélvamelo! (Espero que no se haya escondido en el bolso de alguna mujer).

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